This post is also available in: English (Inglés)
Cuando conocí al equipo de Ichthion, estaba trabajando en el Ministerio de Medio Ambiente de Ecuador. Por razones fortuitas, entraron a mi oficina una mañana y presentaron su proyecto. Más tarde me enteré de que esperaban encontrarse con otra persona, pero esa es otra historia. En ese entonces apenas estaban iniciando operaciones en Ecuador pero Ichthion ya era una startup muy reconocida en el ámbito del ambientalismo debido a los reconocimientos que habían recibido de Climate-KIC y MIT.
Más allá de la novedad de su reputación, me atrevería a decir que es imposible conocer lo que está haciendo Ichthion: desarrollando tecnología para salvar nuestros ríos y océanos, y conocer al equipo que está detrás de esta empresa, y no convertirse en un aliado inmediato. Estaba segura de que era solo cuestión de tiempo hasta que implementaran un proyecto en el país.
Unos meses después me uní al equipo de Ichthion. Una de las primeras tareas en las que colaboré fue completar la documentación de diligencia previa para el proyecto PROTEUS, que se había presentado a Benioff Ocean Initiative (la Iniciativa Oceánica de Benioff) y que había pasado a las etapas finales de revisión. Fue un momento emocionante para todos en Ichthion, tanto para el equipo de operaciones en Ecuador como para el equipo de i+D en el Reino Unido. Esta implementación sería nuestra primera instalación del sistema Azure a escala 1:1.
Debo admitir que en ese momento el aspecto tecnológico del proyecto aún escapaba de mi comprensión. Comprendía el panorama completo y los elementos clave, pero no fue hasta que los ingenieros nos presentaron los diseños finales del sistema que entendí el potencial que tiene Azure para mejorar la gestión de residuos alrededor del mundo.
El sistema Azure, la tecnología de Ichthion para ríos, combina las últimas investigaciones sobre contaminación fluvial con dinámica de fluidos pasiva, modelamiento probabilístico y de transporte de materiales. Es un sistema de barrera diseñado para atrapar un amplio espectro de desechos sintéticos en la mayor parte de los ríos del mundo (y probablemente en cualquiera de ellos). La barrera es porosa, lo que evita el desequilibrio de presión aguas arriba-aguas abajo, con un diámetro de poro y una densidad establecidos para atrapar incluso los desechos pequeños, como filtros de cigarrillos y tapas de botellas. La profundidad de la barrera permite que la fauna fluvial pase por debajo de ella y minimiza la cantidad de organismos microscópicos que pueden quedar atrapados en la barrera. Con una forma única y personalizada, la barrera intercepta el material, que luego se dirige hacia los puntos de extracción, y con la ayuda de una cinta transportadora automatizada, los desechos se extraen y se depositan en receptáculos que luego se pueden transportar hacia los sitios de gestión de desechos adecuados. Además, el sistema implementa un mecanismo de sensorización para clasificar y medir el material recuperado. Esto genera datos invaluables para la toma de decisiones y la formulación de políticas basadas en evidencia. Además, el sistema tiene la capacidad de generar y funcionar con su propia energía limpia.
Como ex servidora pública, encontré que una de las características más atractivas de esta tecnología es su capacidad para generar datos valiosos para los procesos de toma de decisiones. El tipo de información que vamos a generar a través de nuestras operaciones da lugar a un cambio disruptivo a favor de la protección y gobernanza de los ríos, por lo que el Gobierno Provincial de Manabí se ha manifestado a favor de unirse a la implementación de este proyecto y encontrar formas de complementar y ampliar el alcance de sus beneficios.
Solo unas semanas después de mi llegada a Ichthion, recibimos la confirmación de BOI de que nuestro proyecto había sido uno de los nueve seleccionados para formar parte de la Coalición de Corrientes Limpias, la coalición global más importante hasta la fecha, luchando contra la contaminación plástica en los ríos y evitando que llegue a los océanos. Estábamos extasiados, listos para empezar a trabajar, como estoy segura de que lo estaban todos los otros ocho proyectos. Sin embargo, unos días después de la firma del acuerdo, el mundo se enfrentaba a una pandemia y entramos en una rígida política de restricciones, primero en el Reino Unido y luego en Ecuador. Aquí en Ecuador se cerraron las fronteras, se restringió el transporte interprovincial y se implementó un toque de queda.
A medida que pasaban las semanas, hicimos lo posible por utilizar el tiempo de confinamiento para planificar virtualmente para cuándo pudiéramos implementar el proyecto. Luego, las semanas se convirtieron en meses y sabíamos que teníamos que enfrentar el hecho de comenzar a implementar el proyecto sin poder realizar visitas al sitio. Para que ese escenario funcionara, reunimos todos nuestros recursos y nos dimos cuenta de que la colaboración era la única forma de avanzar. Tendríamos que confiar y depender de los socios locales más de lo que habíamos anticipado. Gracias al apoyo y la información brindada por el Gobierno Provincial de Manabí y la autoridad ambiental nacional, pudimos seleccionar un sitio específico para el despliegue y obtener los permisos de operación. También fuimos muy recursivos para encontrar indicadores para ejecutar los estudios de factibilidad y para generar nuevos aliados que nos ayudasen a interactuar con la comunidad local sin poner en riesgo su salud ni la nuestra.
Con el tiempo, las restricciones comenzaron a relajarse ligeramente y finalmente pudimos viajar a Manabí, ir a visitar el río Portoviejo, y tener contacto directo con las autoridades locales y la comunidad. Durante nuestras primeras visitas al sitio, fue muy emocionante ver el río y poder recopilar datos más específicos para alimentar los detalles del diseño. Pero con cada visita, nos hemos ido familiarizando más con la comunidad, sus realidades y los profundos desafíos que enfrentan a la luz de la pandemia y otras circunstancias preexistentes. El sitio de repente dejó de ser un lugar genérico y ahora tenemos muy presente la comuna de Milagro de la parroquia rural de Picoazá de la ciudad de Portoviejo , en nuestras acciones cotidianas. Las personas de la comunidad ya no son una unidad social en nuestras conversaciones, sino que tienen nombres, relaciones, opiniones y solicitudes.
El aspecto humano del proyecto se está convirtiendo en el más relevante en este momento y probablemente lo seguirá siendo a lo largo del proyecto, asimismo es el más desafiante pero también una fuente de motivación importante. Ver este proyecto cobrar vida lentamente ha sido una de las experiencias profesionales y personales más gratificantes. Estoy orgullosa y emocionada de compartir con ustedes, otros miembros de la coalición y todos nuestros lectores, las experiencias y aprendizajes del equipo de Ichthion mientras continuamos este viaje para implementar y desplegar nuestro sistema Azure en el río Portoviejo en Manabí, Ecuador. Los mantendremos informados sobre el progreso que logremos, hasta nuestro próximo blog, esperamos que disfruten del contenido que compartimos.
Para mayor información, preguntas o sugerencias, síganos en nuestras plataformas de redes sociales y sitio web.